Jueves, 25 de abril de 2024
 
Tiempo Pascual: Domingo IV (Ciclo C)
 
De entrada, una confesión total: Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño. El contenido de esa hermosa confesión desde el salmo nos lleva a recordar dos maravillosas referencias: La palabra de Dios iba creciendo. El número de los discípulos se multiplicaba considerablemente en Jerusalén (Hechos 6, 7) y, yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito para que esté siempre con vosotros (Juan 14, 17).
 

               El tema central de la parábola de hoy es el de dar la vida. Jesús no viene a sacrificar las ovejas de su rebaño; por más que le hieran, Él no los abandona. Jesús es el pastor que conoce a sus ovejas y les da la vida eterna. He aquí la realidad maravillosa con la que el Señor llena a la humanidad. ¿Caemos en la cuenta de la afirmación cariñosa de Jesús?: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguenEs sentir en nosotros la afirmación llena de amor que Jesús expresa en el evangelio y que define así su cercanía y su voluntad de hacer llegar a todos los que le escuchan su mensaje de paz y amor.

            Nos hace falta mucha fe para comprender la acción de Jesús con las ovejas (con nosotros): Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás, y nadie les arrebatará de mi mano. La expresión está llena de fuerza. Jesús asegura en forma positiva que da a sus ovejas la vida eterna y remacha su afirmación con una promesa de librarlas de la muerte eterna: Nadie las arrebatará de mi mano.Este tono de desafío va a ser ahora justificado con una referencia al poder del Padre: El Padre, me las ha dado, es más grande que todos y nadie puede arrebatar nada de la mano del PadreEl Padre es el Dios Único, su poder es infinito.

            Para un cristiano es admirable y verdad lo que leemos en el evangelio de hoy, y, a la vez, es una llamada a nuestro corazón para probar que nadie puede arrebatar las ovejas de la mano de Jesús porque Él es uno con el Padre. Más aún, no se trata de una unión del Padre y un Revelador que fuera un mero hombre, o entre Dios que envía y un profeta que es enviado, sino de la unión entre Dios Padre y su Hijo encarnado.

            El evangelista Juan nos describe el pastor como protector de sus ovejas frente a la persecución de quienes no han perdido su ferocidad. Esta protección del buen pastor hace formar parte del rebaño de Dios y participar plenamente de los beneficios que el pastor provee a sus ovejas. Éstas, “escuchan” con cariño las indicaciones del pastor, “acogen” con cariño lo que se les da, “aceptan” un seguir con fe en la vida, “se confían” a Quien dirige su Palabra. A nosotros, los fieles del Señor, ovejas de su rebaño, se nos invita a seguir siempre a Cristo, Cordero y Pastor, que dio su vida en favor de todos nosotros. El verdadero discípulo de Cristo escucha la voz del Buen Pastor, lo conoce, le sigue y llega a la comunión de vida con Él que da la vida por sus ovejas. Para todos nosotros, seguidores de Jesús, el sentido de la vida no es solo un regalo de Dios: es prácticamente, una llamada constante y, ojalá, seamos capaces de escuchar, y seguir el plan que Dios tiene para nosotros. ¡Qué maravillosa es la acción de Dios en nosotros y qué feliz la vida con Dios!

 

RESPUESTA desde NUESTRA REALIDAD

            Nuestra vida es un don de Dios y exige, de por sí, saber valorar y responder. ¿Somos capaces de creer y vivir que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos?Ser conscientes de esta gran verdad, exige de nuestra parte, un constante agradecimiento a Dios y saber orientar la propia existencia desde la fe y la humildad con total alegría. En un mundo y en una historia actuales en las que vivimos, sentir la necesidad de Dios, supone por nuestra parte, un estilo de vida en la fe, no a nuestro aire, sino, en un agradecimiento constante al Señor y en una búsqueda en la fidelidad y en el amor. Tener la certeza de formar parte del rebaño de Dios es participar plenamente de los beneficios que el Pastor ofrece a las ovejas, a nosotros.

 

ORACION

            Dios todopoderoso y eterno, condúcenos a la asamblea gozosa del cielo, para que la debilidad del rebaño llegue hasta donde le ha precedido la fortaleza del Pastor. Por J. N. S. Amén

 

PENSAMIENTO AGUSTINIANO

            Hay dos vidas: una que se ocupa del goce y otra que se preocupa de atender a las necesidades. Ésta es fatigosa, aquella gozosa. Pero entra dentro, no busques tu gozo en lo exterior; no te hinches por su causa, no sea que te impida entrar por la puerta estrecha. He aquí como María vela y escuchaba al Señor en la carne, como por un velo, según oísteis cuando se leyó la carta a los Hebreos. Cuando lo veamos cara a cara no habrá velo alguno. María, pues, estaba sentada, es decir, no hacía ninguna otra cosa; lo escuchaba y lo alababa; Marta, en cambio, estaba ocupada en infinidad de quehaceres. Le dice el Señor: «Marta, Marta, estás ocupada en muchas cosas; sólo una es necesaria». Una sola cosa en verdad; las restantes no serán necesarias. Pero antes de que lleguemos a esa única cosa necesaria necesitamos de muchas otras. Que esa única cosa nos mantenga en tensión, no sea que las muchas otras nos relajen y nos alejen de aquella.(san Agustín en Sermón 255, 6-7).