Jueves, 25 de abril de 2024
 
Tiempo Ordinario: Domingo XXVI (ciclo B)
 
En la soledad y en el silencio podemos situarnos ante nosotros mismos y señalar, ojalá siempre bien, la orientación de nuestra vida y, especialmente, de cara a Dios.
 

           El tiempo pasa pronto y la certeza de lo infinito no deja de manifestarse, sobre todo, cuando nuestra propia existencia descubre un horizonte no sólo posible sino, lo que es más real, con signo de Dios. Ni podemos ni debemos pasar de lado a lo que es para nosotros el punto final de lo eterno. Recordemos el salmo responsorial: el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. Y, ante esto, ¿qué pensar y qué decir? Nos encontramos con una afirmación de Jesús en el evangelio de hoy que suscita verdaderamente el acto de fe y la necesidad de llegar a una respuesta que no solamente viene del Hijo de Dios sino que, además, suscita una enseñanza que es una manifestación del amor divino: La voluntad del Señor es pura y eternamente estable.

            El camino de la existencia divina tiene su punto de partida y, a la vez, manifiesta claramente al hombre que su caminar en la historia tiene una base que es Dios mismo y, además, no falta nunca su orientación hasta el punto que se hace Maestro y enseña rectamente el caminar humano hacia el final El hecho mismo de tener la garantía del Señor en el camino de la vida, da margen para que el hombre encuentre siempre la gracia y la fortaleza para no quedar a medio camino. Es cierto que la realidad de la existencia humana tiene sus fallos y sus dudas, pero, a la vez, el Maestro estará presente hasta el punto de poder llevar a la realidad: El que no está contra nosotros está a favor nuestro.

            En un mundo, tan mezclado de confusiones, es necesario situarse en una base más allá de lo terreno y, esa realidad, se encuentra en el Señor cuyo precepto es fiel e instruye al ignorante. Vivir la fe, con una total esperanza, conlleva siempre a acercarse al Señor y a encontrarse con una dirección que procede desde la gracia y que mantiene siempre la certeza de Quien ha comenzado el reino de Dios.

            Tal como leemos y escuchamos el evangelio de hoy, es necesario que nos situemos en el camino con Jesucristo. Leemos cómo Juan pregunta a Jesús la forma de tratar a “uno que echaba demonios en nombre de Jesús”. Jesús se opone a la actitud intolerante de sus compañeros. La respuesta es fuerte y de un signo del amor de Dios: no se lo impidáis. Jesús motiva su actitud abierta y comprensiva para manifestar luego; el que no está contra nosotros, está con nosotros, y, así manifiesta una preocupación más universal. De esta manera, Jesús se apunta a la actitud de los cristianos en sus relaciones con el mundo.

            En el evangelio encontramos luego la referencia del escándalo a los pequeños y cuando el escándalo es la piedra de tropiezo que hasta puede ser para sí mismo. En el primero caso, está la referencia a quien induce a abandonar la fe. Es bueno recordar que “escandalizar” significa un tropiezo en el camino de alguien. Los pequeños pueden ser los niños, tan amados y protegidos por Jesús, o los miembros de la comunidad en cuanto que han aprendido para entrar en el Reino. Quizá podría referirse también a los “pobres”, a los más humildes de la comunidad, despreciados por los ricos y los poderosos.  El escándalo se da en primer lugar en la fe. Escandalizar es poner una piedra de tropiezo en el camino de un hermano que lo lleve a perder la fe. EL Señor cuida nuestra fe como un don inmenso y maravilloso, pero, a la vez, frágil y fácil de perder. Por eso, el Evangelio nos invita a decir: Auméntanos la fe.

RESPUESTA desde NUESTRA REALIDAD

      El salmo responsorial nos ofrece una maravillosa verdad sobre Dios: su ley es perfecta, el precepto del Señor es fiel, la voluntad del Señor es pura, los mandamientos del Señor son verdaderos. Él nos absuelve de toda culpa. Preserva al siervo de la arrogancia…Solamente, ser conscientes de toda esta gran verdad, es la mejor luz para nuestra vida. Un examen de conciencia ante el Señor que se manifiesta de esa manera a nosotros es el verdadero camino para la eternidad.

ORACION

       Oh Dios, que manifiestas tu poder sobre todo con el perdón y la misericordia, aumenta en nosotros la gracia, para que, aspirando a tus promesas, nos hagas partícipes de los bienes del cielo. Por J. N. S. Amén.

PENSAMIENTO AGUSTINIANO

         Nada has traído a este mundo y, por eso mismo, nada podrás llevarte de él. Envía hacia arriba lo que has encontrado y no lo perderás. Dáselo a Cristo. Él quiso recibir aquí abajo. Dándoselo a Cristo, ¿vas a perderlo? No lo pierdes si confías a tu criado, ¿y vas a perderlo si lo confías a Cristo? No pierdes, si lo confías a tu criado, lo que has adquirido, ¿y vas a perder lo que has recibido de Dios?... Cristo puso en venta el reino de los cielos y cifró su precio en un vaso de agua fría. Cuando es un pobre quien da limosna, basta que dé un vaso de agua fría. Quien tiene más, más dé.(san Agustín en sermón 142, 5-6).