Viernes, 26 de abril de 2024
 
Tiempo Ordinario: Domingo XXIX (Ciclo A)
 
Al mundo le falta paz verdadera y una visión real del tiempo dentro una creación que solo tiene un Autor, Dios, en el cual debemos encontrar la razón de nosotros mismo.
 

Y ¿qué lugar tiene Dios en nuestra historia?
 Es muy fácil preguntar en línea común y así escapar nosotros de nuestra responsabilidad y de nuestro planteamiento ante la fe. En la Biblia es de notar cómo el pueblo de Israel, en ámbito de fe y de sinceridad, pone al Señor en el centro de la historia y, como tal, descubre la realidad hacia la cual se avanza con responsabilidad y hasta con alegría.

         Escuchando al apóstol Pablo aparece una maravillosa expresión que nos puede hacer salir de una mediana fe y trasladarnos a un ambiente interior en la fe en la que se aclare totalmente que hemos sido elegidos por Dios: conocemos bien, hermanos amados de Dios, cómo se realizó vuestra elección ¿Somos capaces de pensar esta gran verdad para poder luego vivir en la alegría profunda de ser amados y fortalecidos por la gracia? Solo así estamos al tanto de lo que el Señor nos concede, nos recrea y nos lleva en plena libertad a ser justos y agradecidos.

         Es cierto que vivimos en el mundo y no, por eso, es clara nuestra visión y nuestra vida. Tal vez, se puede pensar que esto atañe solo a la realidad de un tiempo y lugar donde nos encontramos y vivimos, y, sin embargo, nuestras personas tienen una venida a la realidad que es totalmente de la gracia. Desde ahí debe analizarse la responsabilidad que nos atañe en la historia donde nosotros vivimos y sin olvidar nuestro punto de partida, nuestra dirección y nuestro encuentro con Dios. De ahí se deduce que nuestra existencia debe dirigirse con fe y libertad hacia el punto de partida, a Dios.

         La Palabra de Dios es esclarecedora: nos enseña a tomar conciencia de que el poder humano no puede ser ni reducido a la nada ni elevado a las estrellas, sino que se debe manifestarse que buscamos siempre a Dios y por eso luchamos contra el mal y caminamos a la luz de lo que el Evangelio nos enseña: dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Lo importante es poner a Dios en el lugar que le corresponde: es el único Señor. Sólo Él debe ocupar el primer lugar en nuestras personas y eso da margen para adorar a un solo Dios y un solo Señor. Recordemos en este contexto a san Agustín: El César busca su imagen, dádsela. Dios busca la suya: devolvédsela. No pierda el César su moneda por vosotros; no pierda Dios la suya en vosotros.

         El mundo nos juega muchas trastadas y cada uno necesitamos estar alerta ante una constante publicidad de anuncios que se nos presentan constantemente y hasta nos pueden engañar con cierta facilidad. Eso mismo nos puede servir como aviso y como un cambio de forma de vivir en razón de Dios a quien adoramos y en el Dios que nos bendice. En la vida cristiana se nos amplía cada momento en el cual la presencia de Dios no es solo un recuerdo sino especialmente el “autor de nuestra vida”.

RESPUESTA desde NUESTRA REALIDAD

         El mundo nos presenta la imagen de muchos dioses y en la mayoría de los casos no caemos en la cuenta de que estamos adorando a quienes suplantan al verdadero Dios. Es cuestión de estar atentos y cómo es muy fácil dejarnos confundir y vivir en un peligroso equívoco. Precisamente, hoy, Día de las Misiones se nos plantea la misión de la Iglesia a todas las personas de buena voluntad ya que está fundada sobre la fuerza transformadora del Evangelio. Abramos nuestros corazones a Dios para que despierten en nosotros nuestro ser misionero, ya que, por el Bautismo, el Espíritu nos impulsa a implicarnos con valentía en el Evangelio llegue a todos los rincones de la Tierra

ORACION

            Dios todopoderoso y eterno, haz que te presentemos una voluntad solícita y estable, y sirvamos a tu grandeza con sincero corazón. Por J. N. S. Amén         

PENSAMIENTO AGUSTINIANO

            Le presentaron un denario, y preguntó de quién era la imagen y la inscripción. Le respondieron: «del César», También este César busca su imagen. El César no quiere que perezca lo que él ordenó y Dios no quiere que pereza lo que él hizo. El César, hermanos míos, no hizo la moneda; la hacen sus acuñadores; ordena a los artífices que lo hagan; lo mandó a sus ministros. La imagen está grabada en la moneda; en ella se halla la imagen del César. Con todo, busca lo que otros imprimieron: atesora, no quiere negarse a sí mismo. La moneda de Cristo es el hombre. En él está la imagen de Cristo, en él el nombre de Cristo, la función de Cristo y los deberes de Cristo (san Agustín en Sermón 90. 10).

ACCION.-  Recordar: “La moneda de Cristo es el hombre”.