Viernes, 19 de abril de 2024
 
Tiempo Ordinario: Domingo XVIII (Ciclo B)
 
Uno se descubre a sí mismo contemplando el marco de la propia vida y preguntándose si el camino es verdadero, al mismo tiempo que se examina queriendo comprender sus propios motivos para su orientación. Si hay sinceridad es una búsqueda personal ya que se busca un poco de luz que oriente y señale los verdaderos pasos a dar.
 

Se me ha ocurrido este punto de partida cuando en el evangelio de este domingo leo y medito la respuesta de Jesús a los discípulos: La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que Él ha enviado. La respuesta, en sí, hace percibir una visión muy profunda, lejos de estar dictada por la facilidad o para salir del paso. Esa respuesta al Señor debe llegar al corazón, a la vida. La fe es un regalo de Dios y se nos concede sin mérito ninguno. Se nos regala y, consiguientemente, la respuesta debe estar fundada en Dios y no en nuestros más o menos intereses exigentes.

            El Señor quiere que nuestras personas sientan la llamada de la gracia para vivir con fe y no por nuestros méritos. Tal vez, y a primera vista, se nos hace muy difícil, y hasta casi imposible, pensar que debemos dejar de lado nuestros comportamientos calculados para caer en la cuenta de que nunca nos falta la gracia del Señor. ¿Creemos en la realidad de una vida nueva? El cristiano tiene delante un programa de vida que ojalá pudiera tener respuesta; abandonar el anterior modo de vivir…, renovarnos en la mente y en el espíritu y a vestirnos de la nueva condición humana. Es la lección que hoy nos enseña el apóstol Pablo: dejar de lado los comportamientos que no tienen fondo, incluso en una vida que creemos es muy cristiana y que, muchas veces, es solo una apreciación personal.

            A la luz de la palabra de Jesús no entramos verdaderamente en querer vivir en total convicción de ser discípulos suyos. Entre el instinto de la libertad y el de la seguridad, casi siempre prima en nosotros nuestra respuesta y no el ejemplo de Jesús para que nuestro camino cristiano no deba deducirse desde nuestra manera de pensar y de vivir. Recordemos:la obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que Él ha enviado.En Cristo hemos aprendido cuál es la novedad del hombre nuevo. Es Jesús, y su vida y su palabra y sus acciones compasivas y justas, las que nos dan cuenta de qué es ser y vivir como hombre nuevo. Esa es la clave y el punto de partida que nos puede iluminar el estilo de vivir y hacer frente a nuestra acomodada vida de fe.

            Jesús trae un nivel nuevo de vivir la fe ya que nos dirige a buscar el reino de Dios: Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed. Ante esta afirmación, tan total y tan divina, se nos manifiesta Jesús como el Pan de la vida, no sólo como pan del cielo sino que es él mismo. Ahí encontramos el alimento que buscamos y que nunca nos faltará; creyendo en Él se nos manifiesta claramente cuál es el enfoque de la vida cristiana y cómo creyendo en Él alcanzaremos la vida en plenitud.

            Si somos sinceros, el enfoque de la fe debe llevarnos a un camino diario basado en la convicción de que Dios está en nosotros y con nosotros. Él es quien debe orientar nuestra vida toda vez que somos sus hijos y, por ello mismo, debemos manifestar al mundo la primacía de Quien es la razón de nuestra vida. Es fundamental caer en la cuenta de Dios que nos ama y quiere que sus hijos descubramos y manifestemos ese amor infinito ya que solo ahí está la razón de todo. Él, que nos ama infinitamente, suscita en nosotros un camino que exprese una forma de vivir en consonancia con la gracia que se nos concede y que, a la vez, nos manifiesta la felicidad verdadera que ello conlleva.

 

RESPUESTA desde NUESTRA REALIDAD

 

            Al leer lo referente cómo el Señor va descubriéndonos el camino verdadero de la fe, es bueno que no olvidemos el alimento necesario y vital que el Señor nos concede. En un mundo tan lleno de entretenimiento, sobre todo en bandejas bien cargadas de alimentos, los cristianos debemos enseñar lo que significa el alimento del Hijo de Dios que llega a la realidad humana de una manera tan generosamente manifestada y que es en verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo. El primer Jueves Santo se manifiesta en milagro y alimento para toda la comunidad y en todo tiempo permanecerá en la historia. Es el regalo del Hijo de Dios para siempre.

 

ORACION

 

            Atiende, Señor, a tus siervos y derrama tu bondad imperecedera sobre los que te suplican, para que renueves lo que creaste y conserves lo renovado en estos que te alaban como autor y como guía. Por J, N. S. Amén. 

 

PENSAMIENTO AGUSTINIANO

 

            Hermanos, nadie de vosotros piense que debe hablar verdad con los cristianos y mentira a los paganos. Habla verdad con tu prójimo. Tu prójimo es todo aquel que ha nacido como tú de Adán y Eva. Todos somos prójimos en razón de nuestro nacimiento terreno; y de otra forma, hermanos en razón de la esperanza de la herencia eterna. Debes considerar como prójimo tuyo a todo hombre, incluso antes de ser cristiano. En efecto, no sabes lo que él es ante Dios; ignoras cómo lo ha conocido Dios en su presencia. A veces se convierte aquel de quien te mofas, porque adora a las piedras, y comienza a adorar con más fervor que tú que poco antes te mofabas de él. Luego hay prójimos nuestros latentes entre los hombres que aún no pertenecen a la Iglesia y hay muchos ocultos en la Iglesia que están lejos de nosotros. Por tanto, dado que desconocemos el futuro, consideremos a todos los hombres cómo prójimos…(san Agustín en comentario al salmo 25 II, 1-3).