Jueves, 18 de abril de 2024
 
Tiempo de Cuaresma: Domingo V (Ciclo C)
 
Vivir la realidad es siempre motivo de esperanza y de mirar hacia el futuro. Vivir, siempre es gracia del Señor, motivo de agradecimiento y de gozo, a la vez que nos marca la necesidad de un futuro que ha de llegar y que es siempre bendición de Dios.
 

    Tengamos delante las palabras del profeta Isaías: no recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo, mirad que realizo algo nuevo. Creer para vivir, mantener la fe y mirar la realidad con un sentido de esperanza, agradecer todo al Señor. Así se define la vida cristiana y, ojalá, seamos así capaces de salir de la mediocridad para anunciar con fe profunda y verdadera: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

    La Cuaresma avanza en el tiempo y nos propone, desde la palabra de Dios, una afirmación total: Jesús no viene a condenar sino a salvar. Es cierto que ninguno podemos asumir una afirmación absoluta en nuestros comportamientos, pero hemos de expresar y llevar hasta los demás, el verdadero convencimiento de la bondad de Dios, y, desde su querer al hombre, está dispuesto a perdonar sin límites y que sólo la estima y el amor de Dios podrá transformar nuestro querer en libre aceptación de su voluntad.

    Ninguno de nosotros puede gloriarse en sus méritos, lo dice claramente el Señor: el que esté sin pecados, que le tire la primera piedra. La vida cristiana nunca es una meta aventura, es bendición de Dios y, como tal, lleva consigo hacernos capaces de correr, aún a sabiendas de que no hemos alcanzado la meta, pues ésta pasa por llegar a morir la misma muerte de Cristo y conseguir así, por pura gracia, el mismo premio que Él ya obtuvo para nosotros. Tenemos un tiempo y, en éste, podemos tener en cuenta lo del apóstol Pablo: No es que yo haya conseguido o que sea ya perfecto: yo lo persigo, a ver si alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo.

    Los cristianos debemos entrar en nosotros mismos y analizar si la llamada constante del Señor a seguir su camino, tiene verdad y respuesta sin límites. Somos muy fáciles de pasar la revista a los demás, e, incluso de emitir juicios sobre ellos, a la vez que olvidamos cómo es nuestro comportamiento. Resulta evidente que la misión del Hijo de Dios es salvar lo que está perdido; nada escapa a su acción salvífica, ni siquiera el propio pecador a quien no condena: Tampoco yo le condeno. Anda, y, en adelante, no peques más.

    Jesús pone de manifiesto la hipocresía de aquellos que denuncian a los demás, y que, ni siquiera son capaces de entrar en su interior. Leyendo el evangelio, caemos en la cuenta de cómo Jesús abre el nuevo y definitivo espacio vital al hombre, expresa la fuerza de su donación a la humanidad, manifiesta sus sufrimientos y su propia muerte. Jesús no condena, viene a sanar y se acerca a nosotros con la paz y con la mirada limpia que nos hace comprender el amor infinito que Él nos tiene. El gran regalo que hace Jesús en el evangelio a la mujer pecadora es perdonarla y, a la vez, le devuelve su dignidad personal, un futuro que se le abre desde el perdón y, también, la llena de amor para que siempre mire hacia adelante, a la vez que olvide lo anterior.

 

RESPUESTA desde NUESTRA REALIDAD

    La vida del cristiano nunca puede separarse de la vida del Maestro. Él abre su corazón para descubrir su amor infinito, su deseo de manifestar a la humanidad, en todo tiempo y lugar, dónde está la verdadera felicidad, cuál es el verdadero camino y cómo se encuentra a Dios. Por nuestra parte, es necesaria mucha humildad y la certeza de cómo Jesús no hace otra cosa que llevarnos a todos a la verdad y al amor. Si seguimos el mensaje del Evangelio, podremos acercar nuestro corazón a Jesús y manifestarle nuestra imposibilidad y hasta nuestra falta total de fe; esto nos abriría el corazón y seguro que Él nos marque un espacio, en el cual, nos acerquemos con corazón contrito y humillado al Dios que nos salva.

 

ORACION

    Te pedimos, Señor Dios nuestro, que, con tu ayuda, avancemos animosamente hacia aquel mismo amor que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo. Por J., N. S. Amén

 

PENSAMIENTO AGUSTINIANO

    Considerad ahora cómo pusieron a prueba su mansedumbre los enemigos del Señor: … Maestro, esta mujer acaba de ser sorprendida en adulterio…, le decían al Señor con el fin de poderla acusar. Mas, ¿de que podían acusarle? ¿Le habían sorprendido a él en algún crimen o se ponía de algún modo aquella mujer en relación con él? ¿Qué significan pues, las palabras:¿Tentándole para tener de qué acusarle? Aquí se ve, hermanos, cómo descuella la admirable mansedumbre del Señor. Se dieron cuenta de que era dulce y manso en extremo, ya que estaba predicho de él: Ciñe tu espada al muslo, ¡oh poderosísimo! Avante, camina felizmente y reina con tu belleza y hermosura en atención a tu verdad, mansedumbre y justicia. Él nos trajo la verdad como maestro, la mansedumbre como libertador y la justicia como juez. (san Agustín en comentario al evangelio según san Juan 33, 4-6).