Viernes, 26 de abril de 2024
 
Tiempo de Cuaresma: Domingo I (Ciclo C)
 
¡Qué hermoso es encontrarnos con una referencia completa a Dios que se nos manifiesta en la verdad y en el amor! La Palabra se lanza en la manifestación del Señor tu Dios, en la fuerza salvadora de Dios y en “no tentarás al Señor tu Dios”.
 

                  Así comenzamos la santa Cuaresma, en una llamada a la verdadera fe y en una necesaria preparación de nuestras almas para comenzar a acompañar a Jesús hasta la Resurrección.

            Comenzar la santa Cuaresma es como sentir en el corazón un grito a la esperanza: el Señor escuchó nuestra voz, actúa la fuerza salvadora de Dios, no tentarás al Señor tu DiosSe nos abre así, no solo un tiempo sino una verdadera esperanza ya que sabemos quién es Dios y cómo Él llevará siempre adelante nuestra vida. Y, es necesario, tener clara esta realidad, para que la Cuaresma no quede reducida a un tiempo serio o triste, sino que se nos brinde a pensar en el tiempo favorable que Dios nos concede para comenzar a forjar nuestra vida eterna.

            Comienza la Cuaresma y el evangelista nos sitúa en el desierto, donde vemos a Jesús llevado por el Espíritu. Nada tiene que hacer el Diablo en el desierto con un Hombre a quien le llevó allí el Espíritu. El diablo decide enfrentarse directamente con el Hijo de Dios y, allí, en el lugar santo, en la cima del templo, le desafía a que haga una prueba de su poder, precisamente porque es su enemigo. Jesús confiesa su absoluta confianza en el Padre, sin necesidad de ponerle a prueba y responde: No tentarás al Señor tu Dios.

            Los cristianos estamos muy expuestos a la tentación; nuestra debilidad, nuestra falta de fe, la llamada constante del ambiente a nuestro alrededor, el cansancio que tantas veces expresamos para enfrentarnos a un estilo de vida, y, por supuesto, nuestra debilidad espiritual, son momentos que exigen de nosotros una cercanía a Jesús que, desde sí mismo, nos enseña la forma de enfrentarnos a la tentación y. sin dejar de lado a Dios en quien encontramos la gracia y la fortaleza.

            Estamos en Cuaresma y, una mirada llena de fe a la Palabra de Dios, nos lleva a cómo enfrentarnos a lo que el enemigo nos puede presentarnos en cualquier momento. Lo más verdadero es recordar las maravillas que el Señor ha hecho por nosotros y cómo, unidos a Él, llegamos a conocer la alegría de ser salvados por Él. Jesús nos da un ejemplo cuando se retira al desierto y nos enseña, entre tantas cosas, cómo prescindir de realidades que aparecen muy fácilmente y, cómo, muchas veces, nos engañan y nos seducen hasta rendir culto a los ídolos. De ahí que si recordamos con fe que Jesús nos llama a una misión y al seguimiento personal: Venid conmigo, seguidmenos está queriendo unirnos a Él para que dejemos en la arena nuestra barca y pasemos a la orilla para iniciar una nueva vida buscando el camino verdadero de su seguimiento. Él nos ayudará a ir orientando nuestra vida hacia lo que para nosotros es verdaderamente necesario.

            Siempre es necesaria la fe y, a la vez, se nos plantean las tentaciones, al igual que a Jesús. Como el primer hombre, todos estamos sometidos a la tentación, la cual se nos presenta de manera tan distinta y nos lleva a un planteamiento lleno de fe para que, al igual que Jesús, podamos solventar y caminar en la verdad. Es bueno recordar cuál es la actitud de Jesús a las tentaciones del diablo: no hace alarde de su condición divina y se manifiesta como hombre expuesto a la tentación, y quiere en esa prueba que, como hombre soporta, enseñar que. si seguimos su modelo, es posible superar la tentación.

 

RESPUESTA desde NUESTRA REALIDAD

            Nuestra experiencia de Dios es la mejor forma de adquirir conocimiento de su poder y de su asistencia en todas nuestras necesidades. A veces, nos creemos muy capaces de superar los peligros que se nos presentan y esa actitud, además de ser soberbia pura, nos lleva a una confusión en nosotros mismos y a descubrir cómo necesitamos de Dios. Lo verdadero para nosotros es anhelar y desear beber de la verdadera fuente de la bondad y de la verdad de Dios, ya que, de lo contrario, nos encontramos en un vacío en el corazón y en un sentido total de incapacidad. Si no hay humildad en nosotros, seguiremos en una contrariedad total y en una inercia de dar a nuestra vida el verdadero sentido de la fe. ¡Ojalá que, en nuestras tentaciones, experimentemos que el Señor es siempre nuestra fuerza y el Único que puede liberarnos!

 

ORACIÓN

            Dios todopoderoso, por medio de las prácticas anuales del sacramento cuaresmal concédenos progresar en el conocimiento del misterio de Cristo y conseguir sus frutos con una conducta digna. Por J, N. S., Amén.

 

PENSAMIENTO AGUSTINIANO

            Mirad ahora al rey de los mártires presentándonos ejemplos de cómo hemos de combatir y ayudando misericordiosamente a los combatientes. ¿Por qué permitió ser tentado, sino para enseñarnos a resistir al tentador? Si el mundo te promete el placer carnal, respóndele: «Más deleitable es Dios». Si te promete honores y dignidades temporales, responde: «El reino de Dios es más excelso que todos». Si te promete curiosidades superfluas y condenables, respóndele: «Sólo la verdad de Dios no se equivoca». Puesto que en todos los halagos del mundo aparecen estas tres cosas: o el placer, o la curiosidad, o la soberbia, ¿qué dice el evangelista después que sufrió la triple tentación? «Después que el diablo hubo acabado con toda clase de tentaciones». Toda clase, pero de todas las que se apoyaban en la lisonja. Quedaba otra tentación, consistente en algo más áspero y duro, en crueldades y atrocidades humanas. Quedaba aún esta tentación. Sabiendo el evangelista lo que ya había tenido lugar y lo que aún quedaba, dijo: «Después de que el diablo hubo acabado con toda clase de tentaciones, se alejó de él hasta el momento oportuno». Se alejó de él en cuanto serpiente astuta, ha de volver como león rugiente; pero lo vencerá, porque pisoteará al león y al dragón.(san Agustín en Sermón 284. 5)