Viernes, 29 de marzo de 2024
 
Solemnidad de Pentecostés (Ciclo B)
 
Hoy, la llama del Espíritu reverdece, tal vez, con más fuerza y nos une a todos en la diversidad de dones y tareas, en el camino y en el interior, en el amor y en la esperanza: es PENTECOSTES. Es el día de la realidad en la fe que se hace total y hasta más conmovida: el Espíritu Santo desciende a nosotros y permanecerá siempre con nosotros.
 

            Por un lado, sentimos nuestra vaciedad y. a la vez, caemos en la cuenta de cómo Dios hace realidad su promesa, según lo manifiesta Cristo: cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, el dará testinonio de mí, porque desde el principio estáis conmigo (Juan 15. 26). Este es el día en que se nos hace entrar en la realidad del Espíritu de la verdad que transformará nuestro corazón y cambiará nuestra suerte. Como nunca, debemos gritar con fe al Señor: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

            Situarnos ante la venida del Espíritu Santo es crear en nuestro interior con un misterio que puede cambiar totalmente nuestro ser y  nos conduce “hacia la verdad completa”. Dios quiere nuestra felicidad total, nos envía su Espíritu y nos declara cómo nuestro ser adquiere una dimensión mueva con la función del Espíritu como guía hacia la verdad. La verdad completa a la que el Espíritiu nos guiará es la profundización en la verdad sobre Jesucristo, sobre su ser divino, sobre su condición de Redentor. La afirmación del Espíritu será el anuncio que está en relación con las persecuciones y con el triunfo de la Iglesia.

            Tal vez, sea ésta una realidad que desconocemos y, sin embargo, es ahí donde los creyentes debemos clarificar la presencia del Espíritu en nosotros y cómo nos hace caer en la cuenta de ser testimonio de Dios en la Iglesia y en el mundo. Puede ocurrir que los cristianos no estamos convencidos de la venida del Espíritu y cómo él, desde Dios, transforma nuestro corazón y nos convierte en testigos llenos de fe y de amor. Cuando Jesús anuncia a sus discípulos la venida del Espíritu Santo es llevar a los discípulos a la verdad completa y solo así podrán manifestar la Verdad. Es el momento de exigirnos la necesidad del Espíritu y dejemos al Espíritu creador de Dios que lleve a cabo en la toda la Iglesia un proceso sanador: ser auténticos hijos de Dios, hermanos en la fe, apóstoles de la verdad, testigos del Evangelio…

            Leemos en el Evangelio: cuando venga él, el espíritiu de la verdad. Jesús no quiere decir que el Espíritu aporte nuevas revelaciones, sino que irá conduciendo, al interior desde la revelación de Jesús hacia la comprensión siempre actualizada y creciente. Para nosotros es una enseñanza y, a la vez, una llamada a vivir y manifestar        que “hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo”.  La presencia de Dios en el hombre no es estática; es la de su Espíritu, su dinamismo de amor y vida hace al hombre “espíritu” como él, haciéndolo participar de su propio amor. Esto nos lleva a creer que a nosotros nos toca aceptarlo e incorporarnos a esa fuerza que tiende a expansionarse en un continuo don y que es el Espíritu de Dios. Cuando lo recibimos, Dios realiza en nosotros su presencia y comienza a dar fruto, señal de vida.

RESPUESTAS desde NUESTRA REALIDAD

            Siempre hay que manifestar con gozo y alegría el Ven, Espíritu divino. Dios es quien nos regala y nos lleva al corazón y, ojalá, también a la vida como fuerza, ilusión y esperanza. Tenemos que gritar con fe: manda tu luz desde el cielo. Jamás nos dejará solos, nos sorprenderá con su presencia en la medida que en nosotros  sea luz que penetre en nuestras almas. Necesitamos creer que El entra en nuestras almas y, entonces, nuestros corazones se llenan de paz y de la cercanía de una verdadera esperanza con cuales afrontramos la realidad y vivimos con fe. Así, nunca nos encontraremos solos porque Él reparte los siete dones y nos dará la fuerza que necesitamos para orientar nuestra existencia en el plano de Dios y vivir con fe. Al fin y al cabo, Dios nunca nos deja solos, hasta el punto que podemos decirle: y danos tu gozo eterno.

ORACION

            Oh Dios, que por el misterio de esta fiesta santificas a toda la Iglesia en medio de los pueblos y de las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y realiza ahora también, en el corazón de tus fieles, aquellas maravillas que te dignaste hacer en los comienzos de la predicación evangélica. Por J. N. S. Amén

PENSAMIENTO AGUSTINIANO

            Lo que es el alma respecto al cuerpo del hombre, eso mismo es el Espíritu Santo respecto al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. El Espíritu Santo obra en la Iglesia lo mismo que el alma en todos los miembros de un único cuerpo. Mas ved de qué debéis guardaros, qué tenéis que cumplir y qué habéis de temer. Acontece que en un cuerpo humano, mejor, de un cuerpo humano, hay que amputar un miembro: una mano, un dedo, un pie. ¿Acaso el alma va tras el miembro cortado? Mientras estaba en el cuerpo vivía: una vez cortado, perdió la vida. De idéntica manera el cristiano es católico mientras vive en el cuerpo: el hacerse hereje equivale a ser amputado, y el alma no sigue a un miembro amputado. Por tanto, si queréis recibir la vida del Espíritu Santo, conservad la caridad, amad la verdad y desead la unidad para llegar a la eternidad (san Agustín en Sermón 267).