Sábado, 20 de abril de 2024
 
Solemnidad del Nacimiento de San Juan Bautista
 
En Navidad se celebra el nacimiento de Cristo, Sol que nace de lo alto, verdadera Luz del mundo; así, también, en el solsticio de verano, día 24 de junio, se celebra el nacimiento de Juan Bautista, aquel que no era la Luz, sino el testigo de la Luz. Por eso, era necesario que la Luz creciera y que el testigo de la Luz menguara.
 

             Con esta síntesis por delante, celebramos en este domingo la Natividad de San Juan Bautista, a quien se le califica de este modo en el evangelio: este será grande a los ojos del Señor, se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y muchos se alegrarán de su nacimiento.En breves palabras aparece entre nosotros el marco precioso de esta felicidad que tan oportunamente coincide con este domingo. Es fiesta y, también, una llamada plena a la humanidad ya que la presencia del Bautista prepara, fomenta e indica claramente la venida del Mesías.

            Al analizar desde la fe la presencia de san Juan Bautista, se nos propone la posibilidad de dar un paso más en la fe; no es solo posible ser anunciador de Jesucristo, sino la expresión de una vida fuertemente espiritual en una dimensión de cercanía a Cristo y orientada siempre al modelo del Hijo de Dios. Si nos situamos ante el Precursor es fácil encontrar una dimensión espiritual en el sentido de trascender la propia realidad de estar totalmente abiertos a Dios y ser auténticos testigos suyos, incluso hasta dar la propia vida. Así, podemos descubrir que el Precursor nos presenta un estilo de vida de apertura a algo diferente: abrirnos a la comunicación personal con el Hijo de Dios. 

            Juan el Bautista, o san Juan, descubre su propia vida como la historia de amor; da su vida como el Redentor dará la suya y ésta suprema realidad es una luz maravillosa para la dimensión espiritual cristiana: el ofrecimiento de sí mismo. Recordemos: surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan; éste venía para dar testimonio de la luz y preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto. El texto evangélico nos manifiesta claramente que la dimensión espiritual no se mantiene en las nubes sino que más “abajo”, en una realidad donde los hombres y las mujeres de hoy sufren y necesitan una palabra o un gesto que reactive sus propias capacidades, a veces escondidas, para descubrir que la vida merece ser vivida en cada detalle.

            Cristianamente hablando, el martirio de san Juan no se describe en un momento. Toda su vida está en el ser fiel en un anuncio verdadero y valiente del Hijo de Dios, que viene a salvar a la humanidad y, sin estar pendiente de las reacciones negativas que su testimonio fuera a motivar. Nunca mejor que tener en cuenta lo que dice el salmo 138, para que el Bautista no impida la confesión de fe: Tú has creado mis entrañas, me has cogido en el seno materno. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente. La confesión de fe que va a manifestar el Bautista es una evidencia que no tiene obstáculos; expresa una dimensión espiritual que abarca desde la voluntad de Dios a su persona y, desde ahí, expresará una verdadera lección de fe, manifestando la misión del Salvador e insistiendo en que el Reino de Dios es una realidad y no una utopía,  Por algo, la Iglesia expresará la personalidad del Bautista cuando se canta en el salmo responsorial:  Señor, Te doy gracias porque me has escogido portentosamente. 

 

RESPUESTAS desde nuestra REALIDAD

La expresión hermosa que manifiesta el evangelio de hoy respecto a Juan el Bautista tiene una referencia directa para todos nosotros: a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo porque irás delante del Señor a preparar sus caminos. El análisis de este texto debería llevarnos a plantear desde Dios una realidad que nos afecte en cuerpo y alma. No somos cualquier cosa; tenemos la posibilidad de preguntarnos a nosotros mismos si es posible dar a nuestra fe la fuerza total de la gracia que Dios nos concede, ¿Queremos ser “anunciadores del Salvador? ¿Sería bueno plantearnos también si creemos que Dios nos llama en todo momento? Cada uno recibe la gracia del Señor y debe llevar también en sí mismo la conciencia de escuchar al Señor. 

ORACION

            Oh Dios, que suscitaste a san Juan Bautista para que preparase a Cristo el Señor una muchedumbre bien dispuesta, concede a tu pueblo el don de la alegría espiritual y dirigir los corazones de todos tus fieles por el camino de la salvación y de la paz. Por J. N. S. Amén.

PENSAMIENTO AGUSTINIANO

            Antes de Juan Bautista hubo profetas; hubo muchos, grandes y santos, dignos y llenos de Dios, anunciadores del Salvador y testigos de la verdad. Pero de ninguno de ellos pudo decirse de lo que afirma de «Entre los nacidos de mujer, no ha habido ninguno mejor que Juan Bautista». ¿Qué significa esa grandeza enviada delante del Grande? Es un testimonio de sublime humildad. Era tan grande que hasta podía pasar por ser Cristo. Juan pudo abusar del error de los hombres y, sin fatiga, convencerles de que él era el Cristo, cosa que ya habían pensado sin que él lo hubiese dicho, quienes le escuchaban y veían. No tenía la necesidad de sembrar el error, le bastaba con confirmarlo. Pero él, amigo humilde del esposo, lleno de celo por él, sin usurpar adúlteramente la condición de esposo, da testimonio a favor del amigo y confía la esposa al auténtico esposo. Para ser amado en él, aborreció ser amado en lugar de él… Con razón se dijo de él que era más que un profeta… Juan vio a Cristo cuando ya predicaba. ¿Dónde? A la orilla del Jordán. Allí, en efecto, comenzó el magisterio de Cristo; allí se recomendó ya el futuro bautismo cristiano, puesto que se recibía otro previo que le preparaba el camino. (san Agustín en Sermón 288, 2-4),