Sábado, 11 de mayo de 2024
 
20 de octubre: Santa Magdalena de Nagasaki, virgen y mártir, patrona de la Fraternidad Seglar OAR
 
Memoria obligatoria de la Orden
 

[Texto del propio de la Orden, para la Liturgia Eucarística y la Liturgia de las Horas.
Y lectio divina sobre las lecturas de la Misa]

Apunte biográfico

Hija de nobles y fervientes cristianos, nació en 1611 en las proximidades de la ciudad japonesa de Nagasaki, famosa por el bombardeo atómico de 1945. Los padres y hermanos de Magdalena habían sido condenados a muerte y martirizados por su fe católica cuando ella era todavía muy joven.

En 1624 conoció a los beatos Francisco de Jesús y Vicente de San Antonio, agustinos recoletos y atraída por su espiritualidad, se consagró a Dios como terciaria de su Orden. Los beatos le encomendaron la enseñanza del catecismo a los niños y pedía limosnas a los comerciantes portugueses para socorrer a los pobres. Tuvo que refugiarse en 1628 con los agustinos recoletos y miles de cristianos en las montañas de Nagasaki. Allí siguió ejerciendo su apostolado, primero bajo la coordinación y animación de los dos religiosos recoletos, y luego por cuenta propia cuando fueron capturados ambos, en noviembre de 1629.

 

 

Lejos de proteger su vida, quiso entregarla generosamente. Vestida con su hábito de terciaria, en septiembre de 1634, se presentó ante los jueces. Al ver que era una joven de veinte o veintidós años, intentaron conquistarla con halagos que ella rechazó. La sometieron, entonces, a los peores suplicios para terminar con el más temible, el de la hoya. Durante trece días estuvo colgada boca abajo con medio cuerpo metido en un agujero, hasta que una intensa lluvia inundó la fosa y Magdalena pereció ahogada. Los verdugos quemaron su cuerpo y esparcieron las cenizas en el mar para que los cristianos no conservaran reliquias suyas. Sus restos desaparecieron, pero, pasados los siglos, el juicio de Dios y de la Iglesia sobre su vida, ganó para siempre la partida al olvido.

Fue beatificada en 1981 y canonizada por el Papa Juan Pablo II el 18 de octubre de 1987, coincidiendo con la Jornada Mundial de oración por las Misiones (DOMUND).