Viernes, 29 de marzo de 2024
 
Misión cumplida...
 
Cuaderno de bitácora marajoara
 

Verás tú, verás tú… al final va a resultar que es verdad eso de que Dios existe. Y es que hemos llegado al final de nuestra aventura y todo ha salido rozando la perfección. Cierto es que hemos vomitado por la borda de un barco; que podemos donar nuestro cuerpo a la ciencia para que experimenten con nosotros por ser los que más picaduras de mosquito han recibido en menos tiempos; que el “olor” que puede desprender cualquiera de nuestras maletas se acerca bastante a niveles radiactivos; que hemos batido el record Guinnes de “patadas” al diccionario portugués; que tenemos la columna vertebral un pelín curvada por aquello de la red; que hay sueño atrasado de varios días; que nuestros estomaguitos, a pesar de haber asimilado cantidades ingentes de açaí, siguen resintiéndose día sí y día también… todo ello no dejan de ser mínimos detallitos de lo que ha supuesto para cada uno de nosotros este “experiención” en Marajó. Y en todo ello, cada día, cada minuto, en cada cara, en cada palabra… la presencia de Dios, qué duda cabe…

Mañana por la mañanita cogemos el avión. Entre despegues y aterrizajes vamos a andar casi un día entero “de marcha”. Habrá tiempo, entre otras cosas, para pensar, que mucho hay que rumiar de todo lo vivido. Dicen los “teóricos” de estas cosas que sólo somos capaces de hacer una valoración de algo cuando tomamos algo de distancia y dejamos pasar algo de tiempo. Un tal Ignacio de Loyola comentó también que en momentos de experiencias fuertes no es bueno hacer cambios en la vida de las personas. Nosotros, por aquí, ya hemos hecho más de una, dos y tres valoraciones y conclusiones, pero creemos que la cosa será mucho más objetiva cuando transcurran algunos días, nos recuperemos del sueño y se regularice nuestro “estomaguito”. Así que así lo haremos, más tranquilitos, al volver a Granada y retomar nuestra “facha” urbanita, que las pintas que llevamos ahora…

Hoy, para variar, hemos seguido con las visitas, las compras y los contactos con responsables de la ONG. Wilma nos ha seguido contando cómo trabaja Haren Alde en el norte de Brasil. Por la mañana la hemos acompañado hasta una tienda de sillas de ruedas que vamos a financiar para un niño con parálisis cerebral de Portel. Resulta increíble la iniciativa, fuerza y dinamismo de esta joven que, además de trabajar para la ONG, estudia Psicología ¡y tiene dos hijos! Aupa Wilma…

Por la tarde, como no podía ser de otra forma, hemos seguido comprando, y le tocaba el turno a las cerámicas. No sé yo si va a llegar algo “vivo” hasta Granada… esperemos que, al menos, algún platito resista los “meneos” aéreos.

Ahora mismo los “expedicionarios” están dispersos por la casa de Belém: Emilio García y Ana están entretenidos matriculándose para el nuevo curso en la universidad por Internet; las acostumbradas voces de Isa no se oyen mucho, así que la monachilera andará por la habitación… no hagamos mucho ruido, a ver si se nos va a alterar; Emilio Puertas está disfrutando de los cómodos sillones del salón mientras cambia de canal en canal y tiro porque me toca (ahora mismo está viendo “Futurama” en portugués, vaya tela…); y el frei de los madriles anda bastante apurado con las maletas, que no sabe todavía cómo va a conseguir meter todo. Esperemos que Santa Rita, la de las causas imposibles, no ande muy lejos…

Última noche en Belém, últimas horas en Brasil: una extraña sensación recorre nuestro cuerpo, y no es debida a la cena ni a los mosquitos. Ciertamente, podemos decir muy alto que hemos aprovechado bien la oportunidad. Ahí están los frutos del trabajo de muchos meses de preparación y algo más de un mes de intensa actividad… sin embargo uno siempre tiene la impresión de que hay, habría, hubo algo más… Será eso de que siempre hay que dejar algo por hacer para otra futura y no muy lejana ocasión…


 Puedes disfrutar de todos los "capítulos" de esta "aventura" en el "Cuaderno de bitácora marajoara", dentro de la sección de noticias de Brasil.