Viernes, 19 de abril de 2024
 
Jueves V Semana de Cuaresma
 
La vida nos hace gozar pero admitamos que la prisa en todos los sentidos nos aleja muchas veces de poder gozar las maravillas del Señor.
 

Hoy debemos comenzar recordando una oración: Escucha nuestra súplica, Señor, y mira con amor a los que han puesto su esperanza en tu misericordia. Es la oración de la Iglesia y como dando profundidad al misterio que se avecina e insistiendo en la presencia del Dios que llega a la humanidad con el sello de una alianza. El fondo de todo está en la necesidad que tenemos los creyentes de “recordar las maravillas del Señor”. No en vano expresará Agustín: ¿Quieres tener la caridad del Padre para que seas coheredero del Hijo? No ames al mundo. Excluye de ti el amor malo del mundo para que te llenes del amor de Dios. Eres un vaso, pero aún estás lleno; arroja lo que tienes para que recibas lo que no tienes (Tratado sobre la primera carta de san Juan 2, 9).

            La vida nos hace gozar pero admitamos que la prisa en todos los sentidos nos aleja muchas veces de poder gozar las maravillas del Señor. Algo fundamental se nos recuerda hoy: No endurezcáis hoy vuestro corazón; escuchad la voz del Señor (salmo 99). Dios nos manifiesta su amor misericordioso y, ante eso, debemos enfrentamos al desagracimento y al olvido de la misericordia de Dios. Todo lo que distancie de Él aumenta más nuestro vacío en relación con lo sobrenatural y queda desorientada la oración hacia lo eterno. No es de extrañar lo que indica Agustín: Así se explica cómo cada uno de nosotros, cuando queremos emprender, ejecutar o acabar una obra buena, unas veces tenemos luces y otras no, unas veces experimentamos deleite y otras no, para que conozcamos que no es de nuestra cosecha, sino regalo de Dios, esa luz y suavidad para obrar (Consecuencias y perdón de los pecados 2, 17. 27).

            A veces, con buena voluntad pero sin mucha atención interior, oramos cosas maravillosas. Concretamente hoy nos dirigimos así a Dios: mira complacido, Señor, los dones que te presentamos... ¿ Tomamos conciencia verdadera de lo que decimos? Mezclamos la alabanza, la confianza, la esencia, la intercesión... ¿Tenemos fe? “Busqué al Señor y me oyó”. ¿En dónde oye el Señor? Dentro de ti. ¿En dónde da? Dentro. Allí oras, allí eres oído, allí eres santificado. Oraste; fuiste oído, fuiste santificado, y no se da cuenta quién está junto a ti. Todo se hace en secreto... (Comentario al salmo 33, s. 2,8).