Viernes, 19 de abril de 2024
 
Jueves Santo - Invitados a la Cena del Señor
 
“Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo: en él está nuestra salvación, vida y resurrección, él nos ha salvado y liberado” (Gál 6, 14).
 

Tenemos que aprender a distinguir que no es una solemnidad de la eucaristía la de hoy; más bien es una preparación para la eucaristía de la noche santa: “nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo: en él está nuestra salvación, vida y resurrección, él nos ha salvado y liberado” (Gál 6, 14).

            Mientras tanto, todo gira en torno a la invitación: “Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde los hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada al fuego, y comeréis panes sin fermentar y verduras amargas” (Ex 12, 7-8); “«esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar diciendo: este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto en memoria mía” (1 Cor 11, 24-25) y “estaban cenando”-variación en algunos textos, “acabada la cena”- (Jn 13, 2): “cuando se acercaba ya el momento de su pasión y estaba celebrando la pascua con sus discípulos, él bendijo el pan que tenía en sus manos y dijo: «esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros». Igualmente les dio el cáliz bendecido, diciendo: «ésta es mi sangre…» Estas cosas las leíais en el evangelio o las escuchabais, pero ignorabais que esta eucaristía era el Hijo; ahora, en cambio, rociado vuestro corazón con la conciencia limpia y lavado vuestro cuerpo con el agua pura, «acercaos y seréis iluminados y vuestros rostros no se avergonzarán»” (Sermón 228B, 2-5). Y, así, la invitación tiene lugar en este día (que) “será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta del Señor, ley perpetua para todas las generaciones” (Éx 12, 14).

            La celebración de esta cena se complementa, o necesita, dos actitudes: “si no te lavo los pies, no tendrás parte conmigo” (Jn 13, 8) y “os doy el mandamiento nuevo: que os améis mutuamente como yo os he amado” (ib. 13, 54): “mas aunque la Iglesia esté limpia en todos los que moran aquí, porque viven de la justicia, éstos tienen necesidad de lavarse los pies, porque no están exentos de pecado” (Tratado sobre el ev. según Juan 56) y “cuando recibís la Eucaristía, que es comunión, recibís el misterio de vuestra propia comunión en el amor. Siendo muchos, formáis un solo cuerpo, a la manera que son muchos los racimos que cuelgan de la cepa, pero es uno solo el mosto que rezuma el lagar… ¡Sed, pues, lo que veis, puesto que recibís lo que sois” (Sermón 272).

            Y respondiendo a la invitación, celebremos y expresemos nuestra fe con una lectura más lógica y personal del salmo 115, 18: “cumpliré al Señor mis votos invocando su nombre, y, en presencia de todo el pueblo, te ofreceré un sacrificio de alabanza”.