Jueves, 28 de marzo de 2024
 
Epifanía del Señor (Ciclo C)
 
Levántate y resplandece Jerusalén, porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti. Así comienza hoy la Palabra de Dios: una expresión total de alegría, de paz y una invitación esperanzadora.
 

           El profeta describe la restauración de la ciudad de Jerusalén, que se veía sumida en un mar de tristeza de la desesperación, desalentada al ver que después del retorno del exilio no acaba de llegar la justicia y la felicidad. Y expresará con gran alegría: ¡Despierta y mira a tu alrededor! Es un día de fiesta, todos acuden al resplandor de la luz que sobre ti derrama tu Hacedor.

Esta es la presentación del día de hoy y que da paso a creer que la Iglesia está llamada a asumir la función de morada de Dios en la Tierra; en ella debe brillar esa luz y frescura que llena de vida el amanecer de Dios que celebramos en su Epifanía. Es el momento de mirar hacia el cielo porque allí brilla la estrella y da lugar a una pregunta: somos los magos de Oriente: ¿dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Se manifiesta en Belén la estrella y conduce a los Magos al nacimiento del Hijo de Dios. 

Hagamos una confesión de fe: en la sencillez de Belén, nace, en una pobreza total, el Hijo de Dios. Le cuidan su Madre María y el bienaventurado José, y aparecen con silencio total los magos. En estos magos están representados todas las razas y todas las naciones de la tierra, convocadas a contemplar y adorar al Niño Dios. Así se expresa la Iglesia en la eucaristía de hoy: Oh Dios, que revelaste en este día tu Unigénito a los pueblos gentiles por medio de la estrella, concédenos con bondad, a los que ya te conocemos por la fe, poder contemplar la hermosura infinita de tu gloria. La Iglesia está llamada a asumir la función de morada de Dios en la Tierra, en ella debe brillar esa luz y frescura que llena de vida el amanecer de Dios, que celebramos en su Epifanía.

Este es un día en el que deberíamos quedar totalmente unidos al Señor después de la experiencia tan maravillosa de los magos. Nos hacen conocer la estrella, nos enseñan a amar, nos plantean cómo siempre el Señor se aparece a nosotros y nos acercarnos a Él para encontrar el verdadero amor de Dios y su cercanía con nosotros. Siempre existe la estrella y se presenta a nosotros en todo momento ya   que Dios nos ama infinitamente. Dios está en medio de nosotros y nos conduce siempre con la estrella de su Paz. 

Este es un momento de la llamada de Dios a nosotros. Recordemos que no solo los reyes magos adoraron al Niño Dios. El profeta Isaías nos da a conocer la respuesta: Levanta la vista en torno, mira: todos esos se han reunido, vienen hacia ti; llegan sus hijos desde lejos, a tus hijas las traen en brazos. ¿Qué deducimos de esto? Desde el día de la Natividad hemos tenido delante de nuestros ojos una expresión verdadera de la llegada del Niño Dios a la humanidad y ésta conociera y viviera a la luz Dios. ¿Hasta qué punto hemos vibrado nosotros, teniendo delante el ejemplo a María y José adorando al Mesías?

RESPUESTA desde NUESTRA REALIDAD

         Estamos comenzando un año nuevo y, es bueno que, a la luz de la fe, sintamos necesidad de cómo los Reyes Magos nos dan una lección sobre la obediencia a Dios y cómo situarnos ante Él. Nadie puede dudar de su fe y, hasta de su ilusión, para encontrarse con el Hijo de Dios, junto a María y José en Belén. A primera vista, nos parece maravillosa la actitud de los Magos pero, es importante que nosotros, a la luz de su ejemplo, iniciáramos, ya desde ahora, una experiencia para toda nuestra vida, de tener delante siempre la presencia del Señor. Cada día es ocasión de oír al Señor, de sentir su voz que, desde su amor se escucha, y salgamos de una postura de poco fondo en la fe para recrear la presencia de Dios y sintamos la maravilla de su amor por nosotros.

ORACION

         Que tu luz, Señor, nos prepare siempre y en todo lugar, para que contemplemos con mirada limpia y recibamos con amor sincero el misterio del que has querido hacernos partícipes. Por J. N. S. Amen.                 

PENSAMIENTO AGUSTINIANO

 Se nos dice que en este día adoraron al Señor los magos, advertidos por la aparición de una estrella que iba delante guiándoles. En el mismo día que él nació vieron la estrella en oriente, y reconocieron quién era aquel cuyo nacimiento se les había indicado. Desde aquel preciso día hasta el de hoy estuvieron en camino, aterrorizaron al rey con su proclama y encontraron con los judíos, quienes, con la escritura profética en la mano, le respondieron que Belén era la ciudad en que había de nacer el Señor.  Teniendo la misma estrella por guía, llegaron hasta el mismo Señor, y, cuando les fue mostrado, lo adoraron, le ofrecieron oro, incienso y mirra, y regresaron por otro camino. En el mismo día de su nacimiento se manifestó a unos pastores advertidos por los ángeles, y en el mismo día, lejos, en el oriente, recibieron el anuncio los magos mediante una estrella; pero solamente en esta fecha fue adorado por ellos (san Agustín en Sermón 202).