Viernes, 26 de abril de 2024
 
"Ámense unos a otros"
 
Recordando al obispo Gallegos
 

El futuro religioso Agustino Recoleto y Obispo Auxiliar de la Diócesis e Sacramento, Alfonso Gallegos nació en Albuquerque, New Mexico, el 20 de febrero 1931. Era uno de once hermanos amorosamente cuidados por sus padres, José y Caciana Gallegos. Afonso nació con una condición de “aguda miopía” que fue una de las razones por las cuales se mudó la familia de su hogar ancestral en New Mexico al distrito de Watts en la ciudad de Los Ángeles. Encontraron la ayuda profesional que buscaban y, después de dos intervenciones cirugías radicales, se logró corregir parcialmente el deterioro visual del joven y podía continuar con su educación. El hogar de los Gallegos era uno de oración y de una fe profunda. La recitación del santo rosario y el estudio del catecismo fueron una parte del orden del día en casa. La familia escogió a San José como su particular patrón

 
Aun un niño casi ciego tiene sus sueños y aspiraciones. Alfonso, como monaguillo en la iglesia parroquial de san Miguel, llegó a conocer a los frailes Agustinos Recoletos encargados de la misma. Esta iglesia pequeña pronto vino a ser “casa” para los mejicanos-americanos del ‘barrio” de Watts. La familia Gallegos era una de las familias pioneras de la nueva parroquia. Los hispanos parlantes Recoletos también se sentían en “casa” en Watts. Ellos estaban en los comienzos de su apostolado hispano, un ministerio que tanta importancia para la Iglesia Católica iba a tener en el siglo XX. El joven Alfonso descubrió su vocación a la vida religiosa y al sacerdocio aprendiendo el latín de los acólitos de aquellos tiempos y en el apoyo amical de los religiosos.
 

 
El 2 de septiembre de 1950, Alfonso se despidió del barrio de la parroquia donde había servido como el líder de la organización de los jóvenes católicos e ingresó en el noviciado de los Agustinos Recoletos en Kansas City, Kansas. Siguió el proceso normal del noviciado e hizo los votos de pobreza, castidad y obediencia como religioso. Progresó también en camino hacia el sacerdocio pero no sin obstáculos. Durante el tiempo de sus estudios teológicos en Tagaste Monastery en Suffern, Nueva York, descubrieron que su siempre limitada visión estaba deteriorando más. La retina del ojo izquierdo había atrofiada dejándole con nada más que percepción de luz en el ojo afectado. Comenzaron las autoridades a cuestionar su preparación académica para el sacerdocio. Todos admiraron su santidad, su humildad, y su entrega a la comunidad pero ¿sería capaz de completar sus estudios y llenar los requisitos de la Iglesia para la ordenación sacerdotal? Después de mucha discusión, fue aprobado finalmente por sus superiores y ordenado sacerdote el 24 de mayo de 1958.
 
Sus primeros ministerios como sacerdote fueron aquellos de las casas de formación de los Agustinos Recoletos. Servía como capellán del hospital local y, también, capellán a varias comunidades de religiosas cerca de Tagaste Monastery. En 1966, fue enviado al Monasterio de San Agustín en Kansas City como prefecto de estudiantes y, luego, como maestro de novicios. Al volver a Tagaste en 1969, comenzó un programa de estudios superiores para mejor prepararse para afrontar los retos del Concilio Vaticano Segundo y de los cambios de los tiempos. Seguía en la lucha con los problemas de la vista pero, con una gran tenacidad y coraje personal, buscaba formarse para servir cada vez mejor a la Iglesia y al Pueblo de Dios.
 
 
En el verano de 1972, Padre Alfonso fue nombrado párroco de la parroquia de su juventud, San Miguel en el barrio de Watts. Mucho había cambiado en aquella vecindad. Los alborotos de los años sesenta dejaron detrás de ellos un vecindario dividido y atemorizado. Muchas de las antiguas familias mejicanas-americanas se habían mudado a barrios más seguros pero muchos nuevos inmigrantes, incluso ilegales, seguían llegando al barrio de Watts. Revitalizar aquella comunidad rota fue la meta del nuevo pastor a la cual dedicaba todos sus talentos concentrando en la educación de los niños, fortaleciendo las familias y evangelizando a los jóvenes. Fue precisamente en Watts donde ganó fama como “capellán” de los “low-riders”, las pandillas de jóvenes latinos que se dedicaban a la reconstrucción y a la decoración vistosa de sus coches. Sus visitas las noches de viernes y sábado 9ª las reuniones de estas pandillas) se hicieron leyenda en el barrio. En unión con sus hermanos religiosos, el Padre “Al” llego a revitalizar el viejo barrio de tal modo que los miembros del consejo parroquial enviaron una carta a sus superiores diciendo, “son muy raras las ocasiones cuando una persona puede hacerse cargo de una comunidad que languidece espiritualmente y, con la gracia de Dios, hacerla renacer por medio de su fe en Dios y el amor a sus gentes”.
 
 
Tan exitoso ministerio de parte del Padre Gallegos en una de las vecindadas más deprimidas de la ciudad de Los Ángeles llamó la atención de los obispos de California. Después de los seis años en Watts y un año de párroco de Cristo Rey, fue nombrado director de la División de Asuntos Hispanos de la California Catholic Conference. Sirvió dos años en este puesto dedicado a la coordinación de le los esfuerzos de los obispos y pastores de California a favor de la creciente población hispana del estado. El día 4 de noviembre del año 1981 fue ordenado Obispo Auxiliar de la Diócesis de Sacramento, el primer obispo hispano de aquella diócesis desde los tiempos coloniales. Fue el comienzo de una labor apostólica de gran dedicación al pueblo de Sacramento, especialmente, entre los inmigrantes, los varios grupos étnicos, los pobres y la juventud. Fue particularmente conocido por su defensa de los derechos de los no nacidos participando en las protestas contra el aborto y promoviendo su cause en los círculos del gobierno del estado. No faltaba tampoco a las reuniones callejeras con los “low-riders”. Era up pastor para todos con fama de ser un sacerdote humilde y santo y, a la vez, siempre alegre y esperanzador. Le llegó la muerte en un accidente de coche la noche del 6 de octubre de 1991, vigilia de la fiesta de Nuestra Señora del rosario. Su muerte fue profundamente sentida por el pueblo de Sacramento. Hubo una demostración masiva de luto entre los ciudadanos de la ciudad por la desaparición de este casi ciego pastor, defensor de los no nacidos y abogado de los marginados. Hoy en día, existe en el “Bishop Gallegos Square”, con cara al Capitolio del estado de California, una estatua en su honor, regalo y recuerdo del pueblo de Sacramento.